Las directrices de la OMS sobre la calidad del aire (GCA) están pensadas para su uso en todo el mundo, pero se han elaborado para respaldar las medidas encaminadas a lograr una calidad del aire que proteja la salud pública en distintos contextos. Las GCA de la OMS se basan en un amplio corpus de pruebas científicas sobre la contaminación atmosférica y sus consecuencias para la salud. Aunque esta base de información presenta lagunas e incertidumbres, ofrece una base sólida para las directrices recomendadas.
Las normas de calidad del aire, por su parte, las establece cada país para proteger la salud pública de sus ciudadanos y, como tales, son un componente importante de las políticas nacionales de gestión de riesgos y medio ambiente. Las normas nacionales variarán en función del enfoque adoptado para equilibrar los riesgos para la salud, la viabilidad tecnológica, las consideraciones económicas y otros diversos factores políticos y sociales, que a su vez dependerán, entre otras cosas, del nivel de desarrollo y de la capacidad nacional en materia de gestión de la calidad del aire.